sábado, 27 de marzo de 2010

poemas/EXILIO ÍNTIMO


EXILIO ÍNTIMO











I

Mi única virtud es existir.
Todo lo demás,
es abuso.














II

las extrañas líneas
que dibujan las horas
el sencillo acontecer del mundo
el sacrificio de la vida
la parodia de dios
a imagen y semejanza
del hombre
yo fuera de todo
separado y muerto
por concepto
por sentido común
y acaso
silencio
y acaso
silencio

y acaso
C O N C I E N C I A






III

Yo nací para lavar la loza.
Enjabonado, sacar restos de comida.
Hora, hora y media, parado frente
a cubiertos, platos, asaderas,
(debo lavar las asaderas).
Pero el pensamiento, ajeno.
El propósito es altivo.
Dejo la vida al paso
grasiento de la esponja.
Mi ansiedad se calma
acorralada por lo simple.
Un barullo agudo de vidrio y porcelana…
Y hondo,
en los abismos de mi sangre,
una paz reinante
nace bautizada,
por la gloria excepcional
de la fragancia.











IV
Porque de las interminables formas de morir,
(de dolor de aguja bajo las uñas,
lleno de sótanos poblando la justicia,
invadido de silencio,
como una flor, en el patio, de la helada,
arrodillado al ras de la omnisciencia,
o altivo, húmedo de humillación;
con una mente ajena rodeándome la luz;
con un deseo inmenso de verte);
sólo una
(huérfano de las horas...
en plena sinergia sobre el negocio de tu vientre;
anciano, con el mundo dentro;
o niño con el cielo fresco,
francamente herido por la frustración
de cualquiera, de mis fortalezas);
sólo una,
será la mía.







V
cercano al miedo
a lo oscuro
a palabras de polvo
y desvarío de viento
siempre próximo
por sangre fuerte
por fechas aún crudas
y este amor de azul cadena
seguiré
en razón en alma
lindante y firme
al miedo a lo oscuro

a lo oscuro















VII

Mi casa soy yo
donde quiera que vaya.
Las mudanzas dolientes
del amor y las cosas,
el destierro secreto de, la voz,
y la sombra...
han abierto mi carne.
Ventanales, pasillos de larga vida,
un sólido fuego.
Detrás de mi llanto
he encontrado el refugio,
sus brazos,
las tardes,
y la mesa servida.









VIII

Estoy vacío.
Miro el fondo, sólo cuelgan
las ramas, hondos reflejos.
Una hiriente ironía se apoderó del pasado,
un sol displicente de las cosas futuras!
Nada habita mi historia:
cuatro caras,
ruinas de mi génesis;
una boca anhelante.
(Y en susurros de amante,
con caricias violentas,
me aconseja la muerte).












IX


Me soy extraño.
Tengo el dolor
como aleteando
primerizo.
Y la luz,
enredando
pesares y fragancias;
permisiva,
quebradiza
entre habitaciones vacías
y lejanías mayores.












FAMILIA




I
Cuando vimos la lágrima,
nadie,
pudo creer el ruido.



















II


Fue inmaculada.
Y hoy
sobre años de hielo y prisa
cabalgamos llenos
del recuerdo,
resplandecemos

dispersos
sólo promesa















III

De cáncer
el insomnio dio sus críos.
En torno,
acunados en la sombra
éramos fuertes.
Días atrás
unidos en un gesto contra todos,
juramos
borrar la muerta…
Llorarla, eternamente, viva.

















IV


Mi padre juega,
al mundo
y siempre,
lo anticipa
esa,
familiar angustia.















IV
Por ellos

Si dijera algo así,
sin sus múltiples manos...
Si existo en mis cumbres heladas,
es gracias
a la luz que soportan
sus horizontes de sangre.
Y porque podemos
cambiar alturas o mudarnos
sin tocar jamás de nuevo
el fondo.










RA


I
Es la hora de la vida
y vas
insinuándote en las manos.
Nave triunfal de las eras,
sobre el polvo intestinal de las calles,
cae, tu cuerpo insonoro.
Como sangre de un sueño distante,
das el soplo
y albergas, los muertos
antiguos y recientes.
La vida comienza con tu vida
en esa indisoluble cópula del logos.
Es el comienzo del comienzo, nuevamente.
Es la hora de la hora
y la reciente lágrima anterior,
al sacrificio.







II

El sol excita
de soslayo
las veredas.
Ya en altura deja,
el orgullo;
se desvanece.
Entonces, viene
una noche,
de pasos miserables.















III
Cierro el día
en tu frente,
pensamiento primero.
Tu sombra de luz
Yo de nada.

Has desabrigado tu patio
de llanuras agrias,
prorrogo
yo tus pasos
de fuego en reversa.

Despido el cansancio
en la brisa otoñal
en tu pasaje
en tu ausencia.








ESPACIOS



I
Infinito
que corre dormido
en plazas o sutiles indecencias.
Que inventa paseos
y ausencias los días.
Si tan sólo uno
de tus círculos toca
la tierra no lo sé.
Si hay telones en tu brisa
o algún posible sueño tuyo es mundo,
no lo sé...



















II



Vi caer las flores.
Ante mi, vi caer muy lento
el día desengañándose en flores.
Vi lágrimas rosas caer lento.

Vi abrir puertas que el alma
del día iba, llenando de espacio.
Vi puertas ajenas que atravesó el viento.

Una gris muralla de nubes sobre el vidrio.
Vi vidrios de vida taciturna,
como ojos austeros que la luna
guardara, para otra noche.

La tristeza la vi, la vi afuera.
La tristeza, está afuera
aunque inquieta,
en el golpe de mi vida.




III


Pellizco el color blando del día

y anhelo, el roce de tu espiralado pelo.

Me interno en la sensibilidad

como en un agua clara

y tu mañana hace

piruetas en mí. Permanezco en ti,

soy lo incómodo en tu sexo.

Socorro anticipado, simple caricia.

Dejo la boca en tu vértigo y quiero,

hacer de ti mi ermita, mi tumba,

compartirte sólo con la muerte.

Y en las campanadas brillantes de la tarde,

mientras el sol planea no volver a verte,

quiero ser tu órbita púrpura y fea ,

y que tu seas,

mi árbol secreto, de sueños celestes.











IV

El color del cielo es el del vientre.
Me puedo ir allí y llorar
prendido al sol,
como hace horas
lo estuve a la sangre.
Un brazo antiguo,
por entre las cortinas,
me alcanza el color del cielo.
Y otro, indescriptible,
(como recién los suyos
balanceándome cerca del pecho)
me recordaba la casa,
y la manera de llegar.



















V
Los techos incansables,
soportan la belleza.
Más definitivos
más leales,
el calor y la tormenta abren,
un sexo centelleante que me asombra,
a mí, que soy de espacio,
de ojos que se agitan.
Es una guerra de antes:
resisten se avecinan.
Se alientan se avecinan….
Son miles se avecinan,
se deshacen…
En mí,
que soy de arena.

















HUMANIDAD








I

Que el tiempo sacuda
las pieles del olvido.
Que el tiempo sumerja
las manos en el vientre.
Que del barro saque la luz
como un diamante,
y que lo cuelgue
del cuello de todos.





















II

desobediencias

Debiste acorralarte,
cara a cara nada se escapa.
Debiste perdurar en muertes de piedra,
desafiarte en cenizas,
integrarte en el polvo.
Negar tus ojos ambiguos
soñarte, vivo y sin tiempo.
Debiste saber lo que es tiempo,
amarrar las luces en sombras
acomodar, tu cuerpo al deseo.

Era deber amaestrarnos,
castigar
entre aullidos y campanarios.
Aún, tristemente sucumbir
en lentos y lentos, lentos etnocidios.
Era amar asesinarnos.

Debimos ansiar lo infinito,
y que nuestra propia deshonra
inquiete excite se eleve,
en puntuales, o ilusas
desobediencias.







MUJER


I

Contengo el pulso
mientras vas
venís
y vas.
Doblas sin interrupciones
toda equilibrio
piel
temblor
papel











II

...Esperándote...
bajo techos de recuerdos y sombras,
entrepisos de cielo y bruma.
Supremo por ósmosis en dios,
mientras lo apenas mío.
Tanta estrella y distancia,
sustancia y huella que viene.
En un altillo,
amor.
Y el ansia
amor,
está quebrando,
los tallos
de la espera.










III


Penumbra y calma
donde,
respiros antes
diste
a luz tu río silvestre.
¿Un muerto es tan
feliz?
¿Hay tanta paz
del otro lado del día?
















IV

La mujer y una tristeza...
Bicorde
indescifrable
de mi hombría.

















V

Se me ha hecho mirada
que anticipa
y rige
que protege
o apunta.

Aún
me fue fidelidad
cuando salía del circo
aún,
cuando volvía del mundo.















VI
Me aferro
a lo nuestro
a la palabra,
como recién nacido de un fraude.
He ido pobre, `
oliendo de lejos,
mi hambre.
Pero me hundo
en el cielo
que labran los labios,
que disipa la carne.












VII

Tomo lo que queda.
Y creo
pasará luz...
La pequeña y mortuoria


en tu esquina.
















VIII
necesidad

En fronteras de polvo
Ese instante de agua y delicia
Más de lo que puedo
Cuando entender es evitable
La calle que estuvimos
Mi amor
Como un juego
Conspirando fuera la ausencia de dolor
Combatiendo noches
Ayer nomás mientras miraba
Hoy entre dedos
Ahora como nunca
Necesito











IX


Sí, cae una flor en nuestra casa,
noctámbula y profunda
de vientre interrumpido.
Y se escapa, por la única
forma que dios dejó de si en la esquina,
la posibilidad de dormirnos
sin el susurro de un cuerpo,
sin alargarnos la vida
sin tu tierna vigilia,
o mi sueño.
Sí... Una flor en nuestra casa.









No hay comentarios:

Publicar un comentario